El zorzal y el criollo: El último tango en Bogotá



Rubias de Nueva York

La decisión de Vicente estaba tomada. Muy agradecido de que su admirado Carlos Gardel hubiera dado la oportunidad a su hijo de participar en una escena de “El día que me quieras” y que alabara su talento musical; sin embargo, apenas era un niño de catorce años; cómo dejarlo ir a una gira por Suramérica. Aquel jovenzuelo quedó en Nueva York. Treinta y tantos años más tarde, Astor Piazolla diría que gracias a aquella negativa de Nonino estaba tocando el bandoneón y no el arpa. 

Yira, Yira

En Puerto Rico, Alfonso Azzaf afinaba detalles de la publicidad, relaciones públicas y presentaciones  en la isla del encanto. Carlitos visitaría  San Juan, Manatí, Arecibo, Mayagüez, Ponce, Rio Piedras, Cayey, Guayama y Cataño. Era el inicio de la gira y marcaría la dinámica de trabajo de los próximos cuatro meses.

¡Adiós, muchachos!

El 29 de marzo de 1935, en Brooklyn, Carlos Gardel y su comitiva: Alfredo Le Pera, socio, letrista, escritor, guionista, traductor y periodista ¡brasileño!;  Ángel Riverol, José María Aguilar y Guillermo Barbieri, guitarristas; Josep Plaja, asistente personal; y  José Corpas Moreno, sonidista y fotógrafo; abordan el paquebote «Coamo» que les llevará a Puerto Rico.  El voluminoso equipaje ya ha sido cargado para tranquilidad del cantor, puesto que se incluye además de su vestuario, el de los músicos y sus guitarras, las partituras, los modernos equipos de sonido y un pesado telón entre otros elementos indispensables para la puesta en escena en los teatros. Esta gira suramericana lo llevará también a Venezuela, Aruba, Colombia, Panamá, Cuba y México; luego, el regreso a Nueva York.

Cambalache

El buque «Lara» los acogió para la travesía a La Guaira. Azzaf se sumó al grupo para acompañar toda la gira. Llegada a La Guaira, almuerzo en el Hotel Miramar y en el ferrocarril que trepaba a Caracas para un primer baño de multitudes en la estación de Caño Amarillo. Más tarde, se alojaría en el Hotel Majestic, moderno edificio de cuatro pisos que contaba con ascensor.

El hombre fuerte Juan Vicente Gómez, en su ocaso vital después de 27 años en el poder, pretextando la voluntad popular aúpa la bienvenida y le recibe en Maracay junto a su familia en su mansión de Las Delicias. Emocionado luego de la interpretación de «Pobre gallo bataraz» le da una propina de 10.000 bolívares. Caracas, Valencia, Maracaibo y Lagunillas fueron destinos donde también  pudieron escuchar al mudo.

Caminito

Carlitos temía a volar en avión. Ante el inminente trayecto colombiano de la gira, con tres cadenas montañosas que demorarían demasiado el recorrido terrestre, debutó como pasajero de avión en el corto trayecto Curazao- Aruba. Un viaje iniciático para conjurar el miedo.  

En cada destino, Azzaf se aseguraba de que vehículos con amplificadores repitieran por las calles: ¡Acuda esta noche al grandioso recital de Carlos Gardel!

Volver

Eran ya casi tres semanas de intensa gira colombiana iniciada el 4 de junio en Barranquilla cuando arribaron a Puerto Colombia en el Presidente Gómez- sí, ese era el barco-.  Días más tarde, la tumultuosa llegada a Bogotá. La multitud invadió la pista del aeropuerto El Techo. En el forcejeo a Plaja le sustraen del abrigo un sobre con una carta para la familia; mientras que a Azzaf la billetera con lo recaudado en las últimas fechas en Medellín, algunos valores, pesos colombianos y sus documentos para entrar a los Estados Unidos.  El día 18 formaliza la denuncia. Carlitos se confortaba pensando en la cercanía de la última parte de la gira.

Milonga Sentimental

Aquella noche del domingo 23 de junio, desde los estudios de La Voz de la Víctor, Alfonso Azzaf anunciaba cada pieza. El coro de guitarras retumbaba amplificado contra las paredes alrededor de la vecina Plaza Bolívar ocupada por más de cinco mil personas. El Morocho del Abasto interpretó seis canciones, hizo una pausa y expresó un emocionado agradecimiento al pueblo colombiano, dudó si podría volver alguna vez,  se consoló con un «El hombre propone y Dios dispone»; y para despedirse, cantó Tomo y obligo.

Mi Buenos Aires querido

Josep Plaja se ocupaba de asistirlo en los asuntos personales y en la correspondencia. Transcribía la nostalgia de Carlitos por Buenos Aires y su gente. Soñaba con el retiro, quería reducir la actividad febril y vivir  con su mamita en Niza.  Gardel ya instruía a Alfredo Defino, ese manager que vino a equilibrar los desafueros financieros, para tomar previsiones. Quizás solo esperaba que la Paramount lo proyectara mundialmente como a Maurice Chevalier desde Hollywood; no desde la remota sucursal neoyorquina.

Por una cabeza

Gardel se aventuró al juego de póquer después de  la cena hasta entrada la madrugada. Esto cambiaba los planes del piloto Stanley Harvey. Una salida más tardía aquel día de San Juan, con desmejoradas condiciones atmosféricas, obligaría a una escala en Medellín, en lugar del vuelo directo a Cali. Así, el F-31 Ford Trimotor Modelo 5-AT-B del Servicio Aéreo Colombiano tocó el pasto y corrió dando saltitos a causa de aquella pista en el aeródromo Olaya Herrera de Medellín. Eran las 2:25 p. m. En la sala de espera de SACO, Ernesto Samper Mendoza, fundador y propietario,  esperaba decidido a relevar a Harvey como piloto en homenaje al ilustre pasajero. Esto aunque no tuviera muchas horas de vuelo al mando de ese tipo de aeronave. Apenas hubo tiempo para una copa de whisky como brindis de bienvenida mientras reabastecían al Ford; según algunos fue otra más para Samper aquel día.

Silencio

Listo el aparato, Samper y su copiloto, el joven Foster Willys disponen el abordaje. Gardel sube al avión - que recorrerá la pista en sentido sur para girar 180 grados e iniciar carrera de despegue-, su rostro sonriente se puede ver desde la ventanilla. Empezará a cantar cada día mejor a las 3:07 de aquella tarde.

Sus ojos se cerraron

Así se ubicaron en las dos filas de sillas de esterilla del F-31, según testimonio de José María «El indio» Aguilar.

Izquierda: Piloto Ernesto Samper Mendoza.

Derecha: Copiloto Willys Foster.

1 Izq. Henry Swartz. Promotor de espectáculos.  

1 Der. Celedonio Palacios, empresario chileno.

2 Izq. Carlos Gardel.

2 Der. Alfredo Le Pera.

3 Izq. Alfonso Azzaf.

3 Der. Ángel Riverol o Guillermo Barbieri.

4 Izq. José Corpas Moreno.

4 Der. Guillermo Barbieri o Ángel Riverol.

5 Izq. José “Indio” Aguilar.

5 Der.  Josep Plaja.

6 Izq. Grant Flynn.

En el pasillo, hacia atrás, el pesado telón. Al lado derecho de Flynn, una gran caja de Gardel, detrás la otra. Además, unos 12 rollos de película en sus contenedores de metal ubicados bajo los asientos. Un peso total casi al límite de la capacidad de la nave y una pésima distribución. Todo aún más complicado con viento de cola.

El sol del 25

Escaparon del avión José «El indio» Aguilar, guitarrista uruguayo; Josep Plaja, español asistente de Gardel; Grant Flynn, norteamericano empleado de SACO; Ángel Domingo Riverol, guitarrista argentino quien murió dos días después; y al día siguiente falleció Alfonso Azzaf, hombre de cine,  relacionista público  de la gira, margariteño domiciliado en Nueva York donde le esperaban su esposa venezolana Aída Chitty y su hija Aída Azzaf.

De izquierda a derecha: Alfonso Azzaf, Ángel Domingo Riverol, José María "El Indio" Aguilar, Guillermo Barbieri, Carlos Gardel y el periodista Plazas en el vuelo  desde Medellín a Bogotá el 14 de junio de 1935. Fotografía tomada por José Corpas Moreno.